Interview of Victoria Marquez
UCLA Library, Center for Oral History Research, University of California, Los Angeles Interview of Victoria Marquez

Transcript

Sesión 1 – (46:17 minutos) 20 de diciembre 2013





GÓMEZ:

Éste es Andrés Gómez. Es el 20 de diciembre. Estoy en las oficinas del SEIU-USWW con Victoria Marquéz. Ésta es la primera entrevista. Señora Marquéz, ¿si podríamos empezar con su fecha de nacimiento y adónde nació?





MARQUÉZ:

Nací en El Salvador, en el Departamento de San Miguel. Mi fecha de nacimiento es el 31 de marzo de 1960.





GÓMEZ:

¿Y en qué trabajaban sus papás?





MARQUÉZ:

Mi papá en el campo.





GÓMEZ:

Y su mamá con los niños.





MARQUÉZ:

Y mi mamá con los niños y---





GÓMEZ:

¿Cuántos hermanos tenía?





MARQUÉZ:

Siete.





GÓMEZ:

Siete. ¿Y qué se acuerda de su comunidad? ¿Era una comunidad religiosa? ¿Era---? ¿Cómo era?





MARQUÉZ:

Pues, lo que me acuerdo es que --- Bueno, viví poco tiempo en San Miguel, hasta la edad de 7 años, y pues fue bien poco en esa comunidad, lo que viví. Sí, había muchos niños y jugábamos. Eso es lo que recuerdo, nomás. Y luego a comer y--- Y a la escuela no iba todavía. Y después, nos vinimos a la Capital, a San Salvador.



1:41

GÓMEZ:

Entonces, se identifica más con San Salvador. ¿Y qué se acuerda cuando se mudaron? ¿Qué era la diferencia?





MARQUÉZ:

La diferencia era de venir de una ciudad pequeña a una ciudad grande, donde no teníamos mucho espacio donde correr. Todo estaba pavimentado, no había tierra como andábamos allá, jugando con tierra, hacíamos volcanes de lodo. Ésos eran los juegos de los niños. Jugábamos los juegos, le decíamos, de escondelero. En fin, eso era lo que me recuerdo yo, que hacía yo en San Miguel. Pero ya en San Salvador, ya vinimos y era ya la vida más distinta. Ya mi mamá---, fuimos creciendo-, puso ella un comedorcito y ella vendía comida, tortillería y ya de pequeños ya ayudábamos a mi mamá a poner el--- a ayudarle a cargar el maíz, a hacer la masa y así, en eso me crié. Yo iba a la escuela y venía a ayudarle a mi mamá. Lavaba los platos y ayudaba mucho y todos--- Ya mis hermanos más grandes, ya ellos trabajaban de albañil. Entonces, eso era lo que hacían mis hermanos. Trabajaban en construcción. Ellos, el mayor se casó, tuvo sus hijos. Luego, todos--- Mis hermanas se acompañaron y todo. Y ya iba quedando yo con mi hermano Juan, que era el menor que mí. Y que todavía, 22 años después, cuando lo recuerdo yo lloro porque éramos inseparables. Con él, éramos los últimos dos y--- Pero pues lamentablemente, él murió en un fuego cruzado, ahí en San Salvador.





GÓMEZ:

Ustedes eran los dos jóvenes del grupo.





MARQUÉZ:

Sí. Éramos los últimos dos de mi mamá. Así, pues, nos criamos y hasta que después me casé bien jovencita, ¿verdad? y---





GÓMEZ:

Cuando eran niños, usted fue a una escuela católica, ¿no?





MARQUÉZ:

Sí. Yo fui a una escuela normal, como todos. Pues, mi mamá siempre nos llevaba a la iglesia, católica.



4:47

GÓMEZ:

Entonces, su mamá era una mujer religiosa.





MARQUÉZ:

No era que iba todos los días a la iglesia pero asistía los fines de semana a la iglesia, hasta la fecha, ¡cuando puede! [ risas ]





GÓMEZ:

Y entonces, usted no ha estado en la escuela por mucho tiempo, ¿verdad?





MARQUÉZ:

No, pues nomás el cuarto año y no lo terminé porque sólo tenía el certificado de tercer grado. El cuarto me acuerdo que no lo terminé porque pues ya mi mamá no le alcanzaba para comprarnos el cuaderno, los lápices. Y decía ella: “no, pues, hay que mejor trabajar”. Así era antes pues la mayoría de--- Mis hermanos también no fueron a la escuela, más que bien poco. Pues la misma pobreza nos hacía, los padres que--- Teníamos que trabajar. Y entonces, así crecí: ayudé a mi madre en el comedor y la tortillería y así. De eso vivíamos. Y hasta que nos casamos todos. Y mi hermano, el menor, Juan se quedó con ella. Nunca se casó. Estaba joven, no se casó, pero murió.





GÓMEZ:

Entonces, usted cuando terminó la escuela tenía unos once años.





MARQUÉZ:

Más o menos. Como unos once años, doce más o menos.





GÓMEZ:

Usted me dijo que a los catorce años se involucró en el movimiento estudiantil, ¿no?



7:42

MARQUÉZ:

Sí. Es que mi mamá vivía cerca de la--- Vivíamos cerca de la Universidad Nacional de San Salvador. Entonces, como vivíamos cerca y allí llegaban unas estudiantes a comprar tortillas donde nosotros. Y entonces, un día las estudiantes llegaron y yo les dije: ¿qué están diciendo?. Y hablaban, estaban esperando sus tortillas que nosotros--- ¿Que qué van a tener mañana? [ Ellas responden:] “Sí, fíjate que ya mataron unos compañeros pero vamos a hacer una marcha grande”. Estaban preparándose para hacer una marcha grande. Y yo, entonces, dejé un momento a mi mamá y yo les digo: ¿Y cómo es? Yo quisiera ir. Y entonces dicen: “No, estás muy chica para ir”. Entonces: no, pero yo quisiera ir. Y entonces dice ella: “Sí, puedes ir pero te tienes que ir bien atrás donde ya--- No te vayas a ir al frente; entonces, si vas, vas atrás; pero ¡no vayas!”, me decía la que se llamaba Cati.

Ella me imagino yo, estudiante. No las volví a ver cuando la guerra se puso gruesa, ya no sé qué pasó con ellas. Pero, entonces yo quería saber qué era la marcha. Y cuando ellas dijeron que ya habían muerto dos estudiantes, yo dije: bueno, uno estudia y ¡¿para que lo maten?! Entonces, yo pensé: ¡mejor que mi mamá no me dejó ir a la escuela! [ risa ] Entonces, uno jovencito no piensa que le va a hacer falta. Entonces, yo estaba diciendo: ¡mejor! Ellos cómo están pero--- quería ir a ver. Y yo les dije ¿a qué hora? y todo. Me fui caminando, estábamos cerca. Yo fui caminando y estaban ellos con grandes carteles y todo y salieron; entonces, ahí en esa marcha dieron volantes donde invitaban a un meeting, a una reunión, en la Facultad de Derecho para un día sábado. Y entonces, vine yo, leí el volante, pues claro, sabía leer ¿verdad? Ya había hecho mi tercer grado, por lo menos sabía leer y escribir. Entonces--- Y decía ahí, era como a las diez de la mañana. Y dije: [ baja el volumen de su voz, como susurrando o pensando en voz alta] A esa hora puedo venir. ¡Voy a ver, quiero ver! ¡Y fue bueno! Vine a la marcha y le hice caso a los estudiantes. Me fui tan atrás, pero iban bastante gente de la comunidad, atrás, cuando al caminar ya varias cuadras –le decimos allá, acá son bloques- , iban sobre la 25 Avenida Norte. Y entonces, esa calle siempre la recuerdo yo, cuando se oyeron unos primeros disparos. ¡A lo lejos! Claro, yo iba bien atrás; entonces cuando se oían los gritos y cuando la gente se esparció, yo alcancé a ver el ejército disparando. Entonces, yo dije: hoy sí, los *[ o: nos ] van a matar a todos. Pero aún así, yo recuerdo que varios gritaban: “¡Para atrás, córranse!”, pero ya habían matado indiscriminadamente a varios estudiantes. Aunque ellos llevaban -¿cómo le dicen?- gases para también--- Pues no le sirvió de mucho en aquel tiempo, antes de los ochenta. Entonces, vine y así fue cómo vi yo que sí esa vez murieron muchos estudiantes y las noticias y todo. Y pues, fue entonces cuando yo dije, yo sí me salvé porque no debería de haber ido porque yo me fui de escondidas de mi mamá. No le dije. Cuando yo llegué, mi mamá me castigó. Me dijo: “¿de dónde vienes?”. Entonces yo le tuve que decir para que ella no pensara que yo andaba vagando con otros amigos o compañeros o---. Entonces, le dije: No, fui a la marcha. Y dijo: “¿¡Qué estás haciendo!? No ves. Y mira, ¡cuántos han matado y te van a matar!” Y me castigó, recuerdo.





GÓMEZ:

Porque a sus papás no les importaba mucho la política, ¿no?





MARQUÉZ:

¿Mi papá?





GÓMEZ:

¿Y su mamá?



13:04

MARQUÉZ:

No, mi mamá no. Mi mamá estaba entregada en cómo iba a hacer para darnos de comer cada día. Y ella era padre y madre, mi mamá. Entonces, ella no estaba involucrada pero a mi hermano sí le gustaba. Él sí estaba estudiando. Y él ya estaba haciendo--- Él llegó como hasta noveno grado, Juan. Estudiando, entonces, vino y fue entonces cuando pasó eso. Y yo fui a la Facultad de Derecho, el día que había dicho el volante, y la hora. Entonces, yo fui y mi mamá siempre me regañaba y yo siempre quería [ver] qué pasaba. Entonces--- y ahí fue donde pasaron en una pantalla grande todo lo que había sucedido enfrente de la marcha, fotos. Y era pues, ¡horrible!: sangre en las banquetas de la calle.

Dije: ¡qué terrible!. Entonces, allí no era una reunión para eso pero sí enseñaban eso. Pero hacían que eso te diera coraje con el ejército. Porque hacía eso con los campesinos, ¡con todo el mundo! En esa época, venían haciendo toda cosa, ¿verdad? Entonces, yo agarré como rencor, como enojo en contra de las autoridades. Entonces, yo dije [ que] no me gustaba nada de los militares, no me gustaba. Y para mí, no hubieran existido. Entonces, en los entrenamientos, decían que el pueblo tenía que levantarse. Y entonces fue cuando empecé yo a ya participar más. Iba a ayudar a dar volantes en las marchas. Y lo hacía cuando ellos me lo indicaban, eso le enseñaban a uno. Y entonces, yo no fui ni tanto a la escuela y menos a la Universidad. Pero sí estuve en la Facultad de Derecho, ¡aprendiendo otras cosas! [ risas]. Y yo ahora lo recuerdo y todavía digo, ¿qué pasaba por mi mente, no pensaba que me iba a morir un día? Pero el ver esa pantalla, sentir que el pueblo estaba siendo masacrado eso me daba eso de ir allí. Aunque sabía que llegaba a la casa, mi mamá me castigaba, siempre me castigaba porque me iba.





GÓMEZ:

Y usted tuvo un impacto grande en su familia, ¿verdad? Porque usted tuvo varios hermanos involucrados, ¿no?



16:00

MARQUÉZ:

Sí, el más involucrado era Juan. Los otros estaban trabajando y no andaban en el ejército pero estaban siempre de parte del pueblo. Nosotros decíamos: del pueblo. El pueblo era el pueblo y el ejército era el ejército. Y así fue cómo ellos murieron en fuegos cruzados. Mi hermano Félix murió en San Miguel, donde yo nací. Y el otro murió pues en Soyapango.





GÓMEZ:

¿En qué era: en marchas o en cosas militares?





MARQUÉZ:

No. Ellos--- Mi hermano hacían –les decían- emboscada. Los soldados con la guerrilla; entonces, mi hermano, él quedo en medio de ese juego [ o fuego] y el que quedaba allí, ahí moría, aunque fueran niños, mujeres. Porque ahí iban a matarse ellos, a matar a los guerrilleros. Y entonces no les importaba tirar bombas, granadas, lo que sea. Lo que más tiraban ellos para matar un buen grupo, eran las granadas. Pues ésas se esparcen. Entonces, así murió el de San Miguel. Y el de Soyapango, también; pero él murió cuando atacaron la Capital y bombardearon la Capital. Él murió antes, unos días antes de la Ofensiva Final. Porque siempre habían esas emboscadas que hacían. Entonces, siempre así: el pueblo, ahí en medio. No le importaba al ejército dejar ir las granadas, las bombas. Yo miraba. Y bueno, me voy adelantando a las consecuencias pero así fui participando yo. Me casé, bien jovencita---





GÓMEZ:

¿A los diecisiete años?





MARQUÉZ:

Diecisiete años. Y entonces, fue cuando paré un poco porque mi esposo dijo: “No, te van a matar. No andés siguiendo”. Entonces---, pero siempre me iba a la iglesia Catedral donde Monsignor Romero y yo siempre lo seguí adonde él estaba o daba una misa. Yo siempre lo--- Me gustaba escucharlo. Era como mi ídolo, él. Así. Porque me gustaba lo que él decía. Y siempre pensé: lo pueden matar un día porque ¡decía la verdad al gobierno!





GÓMEZ:

Y miles de gente que lo---



18:54

MARQUÉZ:

Miles, miles. Entonces, a mí siempre me gustaba--- Mi esposo decía: “No vayas, no vayas”.





GÓMEZ:

Primero su mamá, luego él [ risas ] .





MARQUÉZ:

Sí, pero él ya bien distinto porque yo lo quería, él era hombre, me detenía un poco más. Pero así pasó ya cuando tuve mi primer hijo, ya de 21 años. Entonces, me calmé pero yo seguía con el pueblo. Dejaba el niño con mi mamá, buscaba quien me lo cuidara. Y entonces, yo me iba a las marchas. Entonces, una vez a mi hermana le dijeron: “¿Sabes qué? Vi a tu hermana en la televisión que se saltó así en la banqueta”. Y mi hermana vino y dijo: “¿Estuviste en la marcha que iba a haber ahí en la Catedral? ¿Estuviste ahí, verdad?”. Y yo dije: sí y ya. “¿Que no te da lástima que te pueden matar y vas a dejar el niño?”. Pues ahí está el papá [ responde]. [ risas]





GÓMEZ:

Y a Juan, ¿qué le pasó?





MARQUÉZ:

Juan murió en la ciudad de Apopa. Él vivía allí. Y pues, la verdad lo encontramos muerto.





GÓMEZ:

¿Ustedes lo encontraron?



21:55

MARQUÉZ:

Sí. Dijeron que no--- Nadie nos dio explicación pero mi hermano estaba bien joven y ahí estaba muerto en su cuarto. No tenía balazos pero sí tenía como [ baja mucho el volumen de su voz] lo hubieran estrangulado o algo. Pero antes de eso, aparecieron dos manos en el--- Había un cerco, allí en Apopa, que mi hermana había cercado con ese alambre de púa, que le dicen, que si tú te arrimas, te pincha [ sonido de golpear las manos ]. Así estaba el cerco, entonces, en ese cerco aparecieron dos manos izquierdas. Entonces, pues, fueron a avisar allí a la Alcaldía. Vinieron y se llevaron--- Eran dos manos izquierdas, eran dos personas que les habían quitado las manos. Entonces, pues a los días murió mi hermano allí. Y yo vivía, ya vivía yo en Sierra Morena, en Soyapango. Y él en Apopa, él era ya grande. Él tenía ya 28 años cuando murió.

Y mi mamá ya vivía cerca de mí. Yo la había traído de Apopa porque allí había mucha balacera a cada instante y entonces, mi mamá salía y a mí me daba miedo por ella. Ya mi mamá ya estaba --- Mi mamá ya no trabajaba; en esa época, ya mis hijos habían crecido, todo. Fue cuando mi hermana Paula emigró a los Estados Unidos en el ´84. Y entonces, mi hermana vino para acá. Y dijo: “¿sabes qué? Yo soy la hermana menor, la última. Entonces, -dijo Paula-, yo me voy: ¿y sabes qué? cuando yo me vaya a Estados Unidos, te voy a mandar dinero para que compres una casa para traer mi mamá de Apopa”, porque no nos gustaba allí. Era peligroso. Entonces, mi mamá ya no trabajaba. Y entonces, así fue como la traje para Soyapango, a la Colonia Sierra Morena donde ya mi esposo había sacado una casita. Y ahí le compré una casa a mi hermana mayor. Sí mandó el dinero mi hermana. Ahí compré la casa. Y ahí vive mi mamá todavía [ risas]. Pero yo me quedé con mis hijos y mis dos sobrinas porque mi hermana dejó sus hijos conmigo porque--- No con las mayores sino conmigo, con la menor porque yo con ella siempre estábamos cerca y ella casi no me regañaba. Las mayores, sí me regañaban. La otra más mayor de ella, siempre me regañaba, me --- Incluso, antes, lo castigaban a uno los hermanos, como si hubieran sido sus papás. Y entonces, y pues yo con mi hermana Paula me llevaba muy bien. Entonces, sus niñas pasaban conmigo. Y después, yo ya me iba retirando cada vez más de participar en marchas, porque ya tenía bastante miedo. Quería mis hijos. Entonces, mi hermana cuando se vino a Estados Unidos, me dijo: “Ya no salgas, ya no lo hagas, vas a tener la responsabilidad de tus hijos y de los míos”. Y eso me frenaba más porque tenía que cocinar más, tenía que lavar más ropa.

Yo ya tenía dos hijos más, que mi hermana me dejó sus dos hijas. Y así pasé hasta que llegó la--- Y la guerra pues no terminaba. Siempre vivíamos entre aquella guerra que--- El padre de mis hijos trabaja allí en la Asociación Profamilia, un hospital grande donde dan todas las charlas para planificación familiar. Allí trabajaba en ese entonces, y ahí trabaja todavía, sobre la 25 y Avenida Norte, donde queda ese hospital. Y entonces, él siempre mantuvo su trabajo allí. Yo era la de la casa, cuidaba mis niños, los niños de mi hermana; los llevaba a la escuela, los traía. Bueno, mi vida dio otro giro. Cambié y eso me paró a ya entrarme de lleno, pero sí bien recuerdo Joaquín Villalobos, cuando él daba esos entrenamientos en la Facultad de Derecho. Y luego, fui a varios entrenamientos porque después ya no los daban allí. Cada vez se iba poniendo más difícil la situación. Y no decía que era un entrenamiento que uno fuera--- Que iba a ver cómo el pueblo lo iban a masacrar y que lo iban a poner--- Sí daban eso, pero también--- Tú sabes, cómo uno acá en una marcha tiene que agitar la gente para que grite, para que grite a los dueños de compañías--- Y era igual allá: le gritaban al gobierno y entonces, así pasó. Y así pasé mi vida. Y luego ya vine teniendo mis tres hijos, en los noventa ya nació mi hija, que es la tercera, que es la que está--- Es la baby, ahorita. Y pues tuve tres hijos: Ernesto Antonio, José y Victoria Maricela. Entonces, mi hermana llegó a los seis, siete años, llegó y se trajo sus dos hijas, se las trajo. Y entonces, yo ya quedé con mis dos hijos pero ya esto ya, ya--- Se fue a traer sus hijas porque yo le dije que la cosa se está poniendo muy fea y me da miedo que un día las niñas no regresen de la escuela. [ La hermana dijo:] “Ve a traerlas tú, ve a traerlas”. Y yo le dije: Se los están llevando. Entonces, una vez, me contó otra, la mayor---

Porque tenía otra, de mi hermana mayor. Tenía tres sobrinos, aparte de las dos responsabilidad--- La otra también: la mamá se vino para acá. Y se fue conmigo. Ya tenía tres sobrinas. Ella ya estaba ya muchacha, iba a octavo grado. Y me dijo: “Tía, ahora los maestros los escondieron en un salón y yo no sé qué pasaba y que se llevaron a un maestro”. ¿Sí?, le dije yo. “Sí, llegaron los soldados a la escuela” [ responde la sobrina]. Entonces, yo dije: -me entró una aflicción, una preocupación- ¡Se los van a llevar! Porque los agarraban al salir de la escuela y entonces, le mandé a decir a mi hermana: Todo está pasando, ya en San Salvador. Empezó afuera por el campo y todo venía para acá, para la Capital. Fue cuando mi hermana se decidió y se fue. Pues se los trajo, a los tres se trajo ella: se trajo a su sobrina y se trajo a sus dos hijas. Mi hermana Paula. Y quedé yo. ¿Cómo me traía? Ya ella quisiera, era mucho dinero, era un matrimonio. Así pasó el tiempo y vino la--- Y bajo de esas balas y todo. Y recuerdo que una vez, hubo una gran balacera, un enfrentamiento en el Boulevard del Ejército. Y recuerdo que mi esposo, el padre de mis hijos, no llegaba. Y yo dije: ¡Oy, Dios mío! que no digan que mataron gente en el Boulevard, porque yo salía, la casa quedaba así, en un alto, y de ahí se podían ver las [inaudible] ¡y el helicóptero! Ves, en la noche, si tiran las balas se ven como brasas, así que caen. Y decía: ¡Dios mío! Ya no vino, ya no vino Antonio, ya no vino. Y después, lo vi llegando como a las diez de la noche. Y le dije: ¡Dios mío! ¡Viniste! Y dice: “Sí, estuve debajo de un bus que---” Ahí estaban los carros, todo; la gente ahí se quedaba. El que se salvó, bueno; y el que no, ni modo. Si no tenían armas, y el ejército pasaba y no los quería matar, ellos sacaban algo blanco, ellos llevaban siempre algo blanco para decir: No, no somos nada. Pues, sí, somos neutral. Eso significaba que no tenías armas, que no tenías--- Si te mataban era porque querían matarte. Entonces,

siempre la gente cargaba pañuelos blancos, toallas, la gente que tenía que trabajar, una mayoría, para sostener su familia, como mi esposo. Él era el que mantenía la casa. Y era esa angustia. Y en esa pena vivíamos, ¡a diario! Yo decía ¡Oy, Dios! -cuando él se iba a la mañana- que ahora no haiga balaceras en el boulevard o cerca de--- Y se oía aquello y en plena capital, Soyapango, ciudades grandes. Entonces, yo siempre pensé que un día mi esposo no iba a llegar, que lo iba a encontrar muerto. Porque un señor que vendía pan, tenía una panadería, salía a vender pan; él murió en un fuego cruzado, también. Ahí quedó. Entonces, la gente moría, inocente ¿verdad? No andaban ni con el ejército ni con la guerrilla pero teníamos que salir a buscar el trabajo para sostener nuestra familia. Entonces, yo decía: ¡Ay, Dios mío!, si a Antonio lo matan y queda como este señor. Y ese martirio, eso queda grabado. A mí, me vuá morir y no se me olvida todo eso. Entonces, cuando llegó la Ofensiva Final, ahí sí jue [ fue ] bien terrible. Se empezó así: ¡pá, pá, pá! ¿verdad? en todos lados. Yo dije: Bueno, ¡ahora como en todos lados! ¡Díos mío! Ahora sí que venga Antonio luego. Y entonces, no llegaba él. Ya se atrasó y luego--- Y dije yo: Ahora sí. Porque se oían ya ¡bombas! Que cuando caían, temblaba la tierra. Y entonces, yo ya vi los aviones, vi un helicóptero. Y vi un avión que indiscriminadamente pasaba y cuando lo vi que venían para abajo las pelotas: ésas eran las bombas; destruyeron las fábricas, destruían las casas, era horrible. Entonces, me acuerdo que en dirección del pasaje, de la calle donde mi casa, había una línea aquí, una casa aquí [ se escuchan movimientos como de dibujar con los dedos en la mesa] ver una calle de éstas, porque aquí hay casas de un lado y casas al otro. Entonces, yo dije: ¿qué hago? Y mi mamá vivía en otro--- Ya no podía salir, ya no, ya se empezó a sentir, ya empezó a caer, yo empecé a sentir que caía como piedras en el techo. Y dije yo: ¡Dios mío! éstas son balas, entonces prendí el radio. Lo prendí y no sonaban las emisoras y yo buscándolas y cuando ya oí en el radio: “Pueblo, ármate de lo que sea, sal a la calle con lo que sea, con machetes, sal a la calle: ahora nos vamos a morir todos pero peleando”. Y dije yo: Es el FMLN.

¿Por qué apagaron las emisoras? Seguía cambiando la emisora y sonaba la radio Cuscatlán, ésa era la radio -en aquel entonces- del gobierno; y decía: “No salgas porque te vas a morir, no salgan de su lugar porque se van a morir”. Entonces--- y los del FMLN decían: “Si tienen sus niños, pónganle en la mesa del comedor, colchones, y métanse debajo”. Entonces, eso sí agarré rápido yo, entonces, yo con mis niños--- ¡estaba yo embarazada! Era el ´89 y mi niña nació en abril del ´90 ya. Entonces, yo tenía tremendo estómago ya; entonces, yo les dije a mis dos niños: métanse aquí, mis amores, debajo de la mesa; y yo voy a poner el colchón. “¿Qué está pasando, mamá? ¡¿Qué está pasando?! -decía el más grande-, ¡Oigo muchos balazos, muchos balazos! ¿Nos van a matar?”. Y le decía: No, no nos van a matar, hijo; pero tenemos que cubrirnos. Entonces, estábamos debajo de la mesa; puse un colchón, nomás. Y yo me metí debajo de la mesa con ellos porque ya empecé a ver que en el cuarto ya había un hueco donde entraba la bala. Y dije: Hoy sí nos morimos, hoy sí, hasta aquí llegamos y Antonio no va a venir. Y pues sí, ¡era un fuego cruzado! ¡Eran bombas---! Mira el helicóptero--- ¡andan así, con la ametralladora para abajo, indiscriminadamente! Entonces, todo el mundo que no teníamos armas, que no teníamos que cubrir a nuestros hijos, era lo que hacíamos. Pero si una bomba caía allí, hasta allí llegábamos, ¡ahí nos moríamos! Entonces, el ejército pasaba tirando granadas, ¡así, a las casas! porque ellos creían, ahí estaban armados, ¡indiscriminadamente!, cuando fue la Ofensiva Final que eso empezó como a las siete de la noche y estuvo toda la--- y así siguió el siguiente día y el siguiente día; hasta que como cuatro días. Paró cuando ya intervino ya todo, los demás países y ya todo y que iban a llegar a un diálogo. Pero pasamos esos días--- Yo recuerdo que el segundo día dijeron que iban a hacer una tregua para el boulevard y que la gente saliera. Es como ahí, yo estaba cerca, está cerca la Fuerza Aérea Salvadoreña, donde está Ilopango, donde estaba la--- la base está todavía ahí, creo, porque mi sobrina estudió ahí.

Y después de eso, ellos querían atacar, llegar a esa base, a levantar helicópteros, pues la guerrilla. Y yo hubiera querido que lo hicieran para que nos muriéramos pero que se defendieran porque siempre pensé que el pueblo fue el masacrado, que el ejército indiscriminadamente ¡mataba a tanta gente! Si tú tenías alguien, un amigo, qué sé yo, que era del ejército, un pariente y decía, eras tu misma familia, pues, le caías mal. ¡Ya! considérate muerto porque te mataban, ¡te sacaban, te torturaban y te mataban! Como torturaron a mi prima, en Oriente, allá, la sacaron de la casa, y en el patio de su casa, y enfrente del papá, le quitaron los pechos; y después, le quitaron los ojos. Y el papá, amarrado, mirando. Y al papá no lo mataron, y ella se la llevaron así, ya a saber, adónde la fueron a tirar. Había un río grande, ahí. Y el papá nos contó a nosotros. Mi prima así murió. Ella sí murió indiscriminadamente, por el ejército. Y sí la acosaron. Y sí ella tenía armas en---. Tenía en la casa. Ella, pues, la verdad, ella se unía al Frente. Y sí la mataron y así murió.

Cuando lo encontraban a uno, lo mataban indiscriminadamente. Y es más, lo hacían torturados. Sí, el ejército llegaba por tí ya sabías que, antes de matarte--- Por eso, habían muchos que cuando veían--- O se veían acorralados, ellos solos se mataban aunque hubieran más o si sabían por quién iban, ya sabían que el ejército llevaba un montón de gente, y armas y todo. Entonces, habían varios que yo supe que ellos se mataban antes que el ejército los capturaran. Entonces, todas esas cosas no se olvidan. Te digo que la Ofensiva Final fue que toda esta gente de Oriente del país, de Occidente todos se vinieron a atacar a los cuarteles, a San Salvador y allí fue la masacre final. Y ahí fue donde el ejército--- Por eso levantó aviones, helicópteros, ¡a bombardear! indiscriminadamente donde ellos creyeron que sí estaba más el Frente. Y sí, el Frente estaba en Soyapango. Estaba ahí--- Tú sabes, hay estrategias, hay todo. Después, la gente comentó que ellos miraron que hubieron varias bodas, en la iglesia, y que muchos regalos ¡grandes! Pero esos regalos eran armas, ¿verdad? Era--- Pues, tú sabes, la guerrilla no podía andar como los militares, con las armas visibles. Tenían que ver cómo--- cuándo y sabían que los iban a matar. Tenían que prepararse y hacerle frente y dijeron: este día va a ser. Y ese día fue. Y entonces, pasamos ¿qué?: tres días o cuatro. Ya no recuerdo si fueron tres o cuatro. Tú no oías nada de tanto--- No cesaba el fuego, ¡no cesaba!. ¿¡De dónde sacaban tanta bala?! Yo no sé. Pero era--- ¡Y bombas, y todo! Pero el ejército tenía más oportunidad porque levantaba los helicópteros y aviones para bombardear. Yo recuerdo que en una fábrica grande, muchos empleados ahí--- Trabajan ahora, pero en aquel tiempo quedó destruida porque ahí cayó una bomba y cerca estaban las casas, pegadas ahí como aquí. La gente moría. Ahí fue donde se ve que--- Ahí en una movie que hay, en una película, dice que exageran cómo llevan los muertos--- ¡No! Eso no es nada, todavía. Yo digo, si lo hubieran visto como nosotros lo vimos, en realidad. Porque los muertos los sacaban así, en trocas porque no se daba abasto. ¡Había tantos muertos! También el ejército, si tu hijo tiene diez años, te lo quitaba de las manos, se lo llevaba. Y le daba un arma y tenía que disparar. ¡Así, a la fuerza! No era que sí quería. O sea, ya no hallábamos para dónde correr, para dónde ir. O sea, ya estábamos como los pollos cuando los acorralan y están allí, en una jaula. Nosotros así vivimos hasta el ´89, fines del ´89 que se pusieron en conversación para que ya pararan eso porque los países intervinieron, Estados Unidos y no sé qué tantos otros países intervinieron para parar la guerra y que mejor dialogaran y pararan. Y después de eso, pasó eso, la guerra. Seguí yo con mis hijos. Y así seguí. Ya el país quedó sin trabajo. Mi esposo, gracias a Dios, sobrevivió. Llegó en la casa a la madrugada porque estaba debajo de un carro. Y con más gente, con pañuelos blancos. Y cuando los veían así, no les disparaban. Si eran guerrilleros, si eran del ejército, sabían que no tenían armas. Entonces, así, él llegó, el primer día, en la madrugada. Y el segundo día, ¡nadie trabajaba! ¡No se podía, estaban bombardeando la capital!

Entonces, yo recuerdo que aguanté mucha sed, aguantamos hambre. No podíamos ni salir de debajo de la mesa por varios días, allí. Y ya cuando se calmaba un poco, salía Antonio corriendo y traía agua del chorro, ya no había agua ni nada, de una pila que tenía yo para guardar agua para lavar la ropa, de esa agua tomábamos. Ya el agua estaba verde, se miraba, pero de esa agua tomaba. Yo recuerdo que mi vecino, ¿verdad? se fue al segundo día y me dijo: “¡vámonos!”. Pero ellos tenían carro y nosotros no teníamos carro. Y dijo él: “no cabemos”. Pero, se jueron [ fueron ] y nos dejaron toda su comida. Dieron una tregua para que saliera la gente pero nosotros nos quedamos ahí. Y entonces, ahí pasé la Ofensiva Final yo.

Años después, cinco años después, ya mi esposo no alcanzaba su salario y todo. Y fue cuando una noche yo decidí con él que alguien tenía que emigrar a Estados Unidos ya que aquí estaba mi hermana.

Sesión 2 – (26:29 minutos) 24 de enero 2014





GÓMEZ:

Es el 24 de enero del 2014. Éste es Andrés Gómez con Victoria Marquéz. Ésta es la segunda entrevista con ella. Estamos en las oficinas del SEIU-USWW. Señora Marquéz, la última vez que hablamos, dejamos cuando usted estaba hablando con su esposo que uno de ustedes se tenía que mudar a los Estados Unidos, ¿me podría hablar de eso?





MARQUÉZ:

Sí, pues. Como le decía, una noche decidimos mi esposo yo que uno de los dos tenía que emigrar y ese día decidimos que yo tenía que emigrar a Estados Unidos, porque él tenía trabajo y yo no. Y así fue cuando vine yo acá en 1995. Salí de El Salvador ese año. Y vine acá a empezar a trabajar aquí, en Estados Unidos.





GÓMEZ:

Entonces, usted vino sola ¿verdad?





MARQUÉZ:

Sí, yo vine sola.





GÓMEZ:

Y la idea era que---





MARQUÉZ:

Bueno, cuando yo vine, le dije a mi esposo ¿verdad? : Voy a regresar en unos dos años. Esa jue [ fue ] la idea, y eso era lo que traía en mente pero la situación se fue agravando, ahí en El Salvador. Y la economía iba aquí--- poco trabajaba. Y entonces, vine y me quedé. Venía con la idea de en dos años ahorrar algo y irme para seguir dándole estudios a mis hijos, pero eso no era posible en dos años.





GÓMEZ:

Y entonces, ¿qué pasó cuando llegó a---? ¿Vino directo a Los Angeles?



1:59

MARQUÉZ:

Sí, vine aquí a Los Angeles.





GÓMEZ:

¿Y qué pensó de la ciudad?





MARQUÉZ:

¿Qué pensé de la ciudad de Los Ángeles?





GÓMEZ:

Sí.





MARQUÉZ:

Bueno, yo vi distinto ¿no? El Salvador está grande pero no como la ciudad de Los Ángeles ¿verdad? Es inmenso, perdida, no sabía para dónde iba; no conocía, era --- Vi la ciudad muy bonita y todo, pero en el momento que vi todo tan grande, tan bonito, no pensé lo que me esperaba ¿verdad?





GÓMEZ:

Sí.





MARQUÉZ:

Para seguir viviendo en esta ciudad.





GÓMEZ:

Pero tenía familia, ¿verdad?





MARQUÉZ:

Tenía--- Tengo mis hermanas, sobrinas y vine con ellos. Empecé viviendo en Venice *[ ¿lugar?], con mi sobrina, ahí llegué. Y de ahí, empecé a buscar trabajo y mi sobrina me ayudó a buscar trabajo también.





GÓMEZ:

¿Y qué era su primer trabajo en Los Ángeles?





MARQUÉZ:

Pues mi primer trabajo fue, encerrada, cuidaba dos niños. Era difícil porque ellos eran morenos, no entendía el idioma. Pues, tuve dos meses allí. Después de esos dos meses, el otro trabajo que tuve fue en una sala de belleza, porque yo corto pelo; aprendí cosmetología en El Salvador. Fue allí donde yo llegué a trabajar como cosmetóloga, cortar pelo en esa sala de belleza. Pues allí estuve; hasta el día de hoy es amiga la señora; pero estuve trabajando con ella, meses. Y después, seguí fines de semana con ella. Porque cuando yo estaba trabajando en la sala de belleza, llegó una señora que le cortara el pelo. Y empezó a platicar y ella me dijo: “¿Usted es de El Salvador?” Y yo le dije: Sí. Yo hace mucho que vine. ¡Yo acababa de venir! Entonces, le digo: Pues, no tengo mucho--- Me dijo: “¿Pero aquí no ganan muy bien, verdad?”, me dijo. Pues casi no, -le dije yo. Porque es el 50% que le dan a uno en las salas de belleza, ¿verdad? Y si no vienen clientes, entonces uno no gana. Entonces, así fue como me dijo: “yo le puedo conectar con el trabajo de la limpieza, pero en la noche”. Ya iba a tener un sueldito quincenal y entonces--- Y fue como en el mismo año, en los mismos meses que había venido yo, empecé a trabajar de janitor.



4:57

GÓMEZ:

¿Y dónde era su edificio?





MARQUÉZ:

Era en el 2021, veinte cero uno, Santa Monica Boulevard.





GÓMEZ:

¿Qué era su primer memoria del sindicato?



7:03

MARQUÉZ:

Pues fue allí cuando llegué a ese edificio, cuando hubieron problemas allí de despidos que empecé a--- Fue cuando los compañeros dijeron que teníamos que venir al sindicato, porque teníamos un sindicato y que habían despedido injustamente y como yo era nueva no--- Sabía de sindicatos en El Salvador aunque yo no me había involucrado con los sindicatos allá, sino que de otra manera. Porque con los sindicatos--- Pues yo no tenía un trabajo allá, entonces no tenía un sindicato. Pero aquí fue donde vine a conocer; sabía que--- En El Salvador, los sindicatos--- el que pertenecía a un sindicato era un líder grande, lo mataban, ¿verdad? Pero yo como no tenía trabajo, no conocía--- No trabajaba, iba a las marchas a apoyar pero no tenía un sindicato. Aquí, dije yo: ¿cómo es esto? “Sí, -me dijeron, aquí te vamos a llevar”. Y bueno, ¡yo vine! sin conocer y sin nada; ¡bueno, digo yo! Pues la lucha siempre me gustó. Y entonces, vine, vinimos a las oficinas y fue donde ya conocimos el sindicato. Empezamos a pelear porque esta persona, este grupo de personas no fuera despedido y empecé, ahí fue donde empecé ya--- en el mismo año que vine, en ese año yo conozco lo que es el sindicato que era 1877, ahora es USWW *[ ¿sigla?]

Y ahí fue donde empecé la lucha en el sindicato, a ir creciendo y a ir viendo. Ya después que me enseñaron dónde estaban las oficinas, yo ya iba todas las veces que me decían : va a haber marcha, va a haber un entrenamiento para comité de política, comité de organización, comité de liderazgo. Yo iba a todo. O sea, sentía [ traga ] que el sindicato--- sentí yo cuando lo conocí, que ahí iba a ser algo que me iba a quitar algo la tristeza. Porque me mantenía entretenida la tristeza que yo pasaba de haber dejado mis hijos en El Salvador, mi familia. Entonces, fue así como vine creciendo en el sindicato y siguieron las luchas y seguimos trabajando y seguí, seguí y seguí en el sindicato hasta pues tanto que me, que me--- [ se hace un silencio]





GÓMEZ:

¿Quiere que lo pare un momento? [ se interrumpe la grabación]





GÓMEZ:

[ se retoma la grabación] Usted era shop steward en el ´96, ¿verdad?





MARQUÉZ:

Sí, porque pues cuando hubo el problema, allá en el edificio donde trabajaba, no había un shop steward allí, ¿verdad? Entonces, cuando hubo ese problema a mí me pusieron y yo iba llegando. Yo dije: pues, ¿qué tengo que hacer? Pues, tengo que defender a los compañeros; y así fue como empecé con el grupo del edificio a ir al sindicato a arreglar el problema y ya fue que me hice shop steward. Y siempre todos los edificios que yo estuve trabajando, durante todo este tiempo, he sido shop steward de los edificios.



9:36

GÓMEZ:

¿Y usted llegó en aquel tiempo del problema que tenía con César Oliva?





MARQUÉZ:

Con César Oliva, sí. Acababa--- ¿Cuando él estuvo en huelga de hambre?





GÓMEZ:

Sí.





MARQUÉZ:

No. Acababa de pasar eso, cuando yo llegué. ¡Acababa de pasar eso cuando yo llegué! Sí, sí.





GÓMEZ:

Entonces, estaba más calmado cuando usted llegó.





MARQUÉZ:

Sí. Cuando yo llegué ya había pasado lo de César Oliva. Entonces, no pude darme cuenta qué pasó allí. Pues yo seguí de, de--- En el ´95, ahí por agosto, septiembre--- Para ser más correcto, fue en octubre cuando yo me involucré en la---





GÓMEZ:

Entonces, en su edificio, ¿había como ánimo con el sindicato? ¿Era fácil trabajar con los otros trabajadores?





MARQUÉZ:

No. No. Era fácil. *[ O: No, no era fácil.] Ellos no iban. No iban al sindicato nunca. No les interesaba. Pero cuando se les llegó el problema, entonces sí les interesó. Pero ya de ahí, en adelante, de ese problema en adelante estos trabajadores sí hicieron--- siguieron participando en todas las actividades del sindicato; se involucraron. Y aunque fueron otros edificios, siempre llegaban y se involucraban en el sindicato.





GÓMEZ:

Entonces, las primeras marchas grandes, de cuando usted empezó a trabajar, ¿era en el 2000, no?



12:00

MARQUÉZ:

Sí, pues desde allí: ´95, ’96, ’97, ’98 y ’99, estuvimos todos esos años preparando para una huelga que venía, grande. Y yo no sabía qué tan grande iba a ser esa huelga y en el ´99, estábamos diciéndoles a los trabajadores: ahorren porque vamos a estar en huelgas y va a ser una huelga grande y vamos a salir todos a esa huelga. Entonces, así los preparamos y pues con marchas. Con marchas siempre, consecutivas.

Fue así como los [ nos] fuimos así, en la huelga grande.





GÓMEZ:

¿Había trabajadores que no querían la huelga, que no querían---?



16:13

MARQUÉZ:

Pues todos tenían miedo. Todos--- Bueno, no todos pero había una minoría que tenía miedo por--- no, de salir a huelga pero miedo por perder su trabajo si salían a huelga. Entonces, ése era el miedo, ése era el peor miedo. Yo también tenía un miedo pero dije yo: si no es ahora, ¿cuándo? Aquí: a ganar o a perder. Pues yo tenía responsabilidades en el El Salvador de mandar para la Universidad de mis hijos, y la escuela para los otros. Entonces, igualmente yo les daba mi ejemplo cuando iba a visitar los edificios para organizar para ir a huelga: yo también tengo hijos, no los tengo aquí pero si yo no les mando, mis hijos no comen, mis hijos no estudian. Yo, mi renta; yo, todo. Allá también se paga casa y todo. Entonces, tengo doble responsabilidad. Y aún así estoy decidida a salir a huelga. Y era el mensaje que llevaba siempre para darle ánimo a la gente a que salieran a huelga. Y sí tenía miedo. Pero el día llegado de la huelga, ya casi fueron muy pocos los que se quedaron, ya los [ ininteligible], los supervisores de los edificios nomás. Y algunas personas, ¿verdad? Por ejemplo, en el edificio donde he estado desde el 2000 hasta el año pasado, ahí, en ese edificio sólo una persona se quedó y el encargado, supervisor del edificio. Entonces, la mayoría salía de los edificios. Entonces, estábamos viendo que estábamos ganando terreno, que estábamos ganando ventaja a la compañía y que íbamos a ganar. Cuando eso mirábamos, era bonito porque decíamos: Sí, vamos a ganar. Aunque sabíamos que no sabíamos si íbamos a aguantar hambre, si íbamos a pasar ¿qué? Entonces, vine y fue entonces cuando a mí me asignaron en el 2021*[ ¿nombre del edificio?]: “Tú tienes que sacar esta gente a huelga”. Y, ¡bueno! yo ya les había dado mucha terapia a ellos pero sí salieron a huelga la gran mayoría, de ahí, en aquel entonces, en el 2021, donde ahí yo estaba, que somos los Medical *[ ¿nombre del edificio?] Y salió la mayoría. Cuando ahí saqué esta gente, con esta gente fui a otro edificio a sacar otras personas. Y a otro edificio, y así, así nos fuimos hasta que sacamos en esa noche la mayoría de edificios. Y era un montón de gente como si era feria: ¡todos en la calle! Dejamos el trabajo, lo que estaban trabajando, que ya habían entrado, y salieron, dejaron la vacuum, dejaron el bote, el barril de la basura. Dejaron todo donde estaba. Entonces, pienso que se los llevó la tristeza, a los que quedaron, ¡porque tenían que hacer mucho trabajo!

Y una de las experiencias bonitas después de la huelga, es que cuando--- Son tres semanas de huelga, tres semanas de huelga que ya no aguantábamos. Las calles, estar en las calles, cuidando que no entraran compañeros a los edificios, cuidando que no sacaran la basura, cuidando que el UPS no entrara a dejar correspondencia. Estábamos parando todos los --- Porque ellos tienen un sindicato; entonces, cuando los de la basura, los camiones de la basura, el UPS tienen sindicato. Entonces, ellos no pueden cruzar una línea de huelga cuando se está en huelga, ellos no lo pueden hacer. Si ellos lo hacen, entonces ponen una sanción, una multa. Pero tiene que estar uno enfrente, con la pancarta diciendo “Estamos en huelga”. Y ellos tienen que respetar. Entonces, lo hacíamos las 24 horas del día. Entonces, nos teníamos que turnar y todo. Sí aguantamos hambre, sed, habían veces porque--- Pero más que todo, hambre porque a veces no había comida para comer.



17:53

GÓMEZ:

¿Y quiénes estaban soportando [ apoyando] las marchas? ¿Porque no sólo eran los janitors, verdad? Había otra gente de la comunidad que los estaban soportando [ apoyando].



21:12

MARQUÉZ:

Sí, claro. Teníamos el apoyo de las iglesias, el apoyo de los otros sindicatos, la comunidad de varias iglesias. Entonces, estaban ellos apoyándonos, estaban también buscando comida para cada día. Y para tanta gente, era bien imposible dejarlos satisfechos de comida. Pero nos conformábamos con comer, pues un tiempo, dos tiempos de comida. Y a veces, ¡no bien! porque no era una comida como en su casa, ¿no? Pero teníamos que estar en la calle. Yo estaba en la calle, siempre. Siempre cargaba mi mochila, ahí cargaba una colcha y con ésa, donde tenía que estar sentada, estaba ahí sentada, en los sitios de huelga. Pues, en ese año yo fui negociadora del contrato; me nombraron para la mesa negociadora; entonces, tenía que estar negociando con las compañías y tenía que estar en la calle cuando las negociaciones se paraban o se suspendían. Y no llegábamos a un acuerdo. Entonces, vivir la cruda realidad de la huelga, que era estar negociando un contrato, que era el primer contrato que yo negociaba en este país de un sindicato y de un sindicato grande. Y aprendí que ahí fue donde tuve frente de mis ojos todos los dueños de las compañías. Y saber cómo los [ nos] decían que ellos siempre quieren tener las grandes ganancias pero el pobre trabajador siempre le dan lo último. Y entonces, es bien duro luchar contra los monstruos de la compañía cuando no te quieren dar lo que estás pidiendo y que es lo justo. Pero sí ganamos esa huelga, la ganamos. No salimos por gusto porque estábamos peleando por un seguro familiar; teníamos un seguro sólo para la persona que trabajaba. Ganamos en ese entonces: seguro familiar, el salario lo ganamos más, un salario digno. Y más que todo que ganamos un seguro médico para toda la familia. Entonces, eso fue para mí una experiencia bien grande y una satisfacción haber participado en esas negociaciones y participado en esa huelga que me dejó marcada para toda la vida.

Yo, de ahí, seguí creciendo y seguí creciendo hasta llegar a--- ¿Hace qué? ¿Dos años? Dos mil once. Empecé a trabajar ya con el sindicato como organizadora, ¿verdad? Siempre trabaj--- Como los timers, que les decimos, que piden permiso a la compañía. Y ya de ahí vengo trabajando con ellos. He organizado más antes, ¿verdad? Salía una semana, dos semanas, a organizar, a ayudarles, a organizar compañías sin Unión para mantener más membresía en nuestro sindicato. Ya en 2011, empecé a organizar ya bastante, con permisos en la compañía. Y después de allí, en 2012--- ¿estamos en qué?





GÓMEZ:

2014





MARQUÉZ:

¡´13 pasó ahora! En 2012, entré a trabajar con fideicomiso donde pues, ahora, tengo un año--- Estaba en probation, en fideicomiso, hoy ya me dieron el empleo. Y ahora soy investigadora de campo. ¡Mis hijos trabajan también investigando las violaciones de los trabajadores en cada sitio de trabajo! Ése es el trabajo que estoy haciendo ahorita.





GÓMEZ:

Antes que terminemos, porque se tenía que ir en unos minutos, ¿me puede hablar un poco de la importancia del movimiento de inmigración para el sindicato?



23:42

MARQUÉZ:

¡Lo de migración! ¡He trabajado en el proyecto aquí con el sindicato! Hemos organizado marchas grandes en este sindicato. Ahí he estado yo presente ¡en toditas las marchas! hasta la fecha del día de hoy, siempre voy; estoy ahí. Pero más antes hemos luchado tanto para lo de hacer que se dé la reforma migratoria. Y la esperanza no la perdemos. Pero hemos luchado organizando marchas; y yendo a Washington y yendo a hacer cabildeos, a visitar a los republicanos, ahí a Washington, a decirles que ya es hora que den una reforma migratoria.

Hemos hecho marchas acá en Los Angeles, pero hemos hecho marchas grandes, como de aquí también he ido a participar; una de ellas, he sido yo: he ido a participar en marchas en D.C. Y a cabildear ahí también, a hablar con asambleistas de allá, senadores y congresistas de Washington, allá en Washington D.C. He estado varias veces allá en el Capitolio. Y he visto--- Hemos luchado tanto, pero la lucha no se termina. Todavía no tenemos lo que queremos, tanto--- Sí les dieron a los estudiantes, una oportunidad, un permiso pero tampoco queremos eso para los estudiantes; algo mejor, algo realístico. No que se queden con un permiso de trabajo, como tengo yo del TPS *[ ¿sigla?], casi ya por quince años, casi. Y uno está pagando ¿qué? Me sale más de 500 dólares, casi, cada 18 meses, estoy pagando para renovar el permiso. Y estamos viendo cuándo tenemos el dinero ¡para hacer eso! Entonces, queremos que eso se acabe ya, ¿verdad? Y eso se terminara [ terminaría ] si nosotros tuviéramos una reforma migratoria. Pero todavía seguimos luchando, todavía seguimos en proyectos para la reforma migratoria. Para la reforma migratoria, yo estoy trabajando en *[ ininteligible: ¿CTA?], fideicomiso ¿verdad? pero siempre sigo ligada al sindicato y sigo pidiendo permisos también para seguir en las marchas y las actividades. La semana pasada estuvimos, en el Capitolio, allá en Sacramento, haciendo cabildeo y todo. Estuvimos allá también. La organización participó ¡y yo ahí sí fui de parte de la organización! [ risa ] ¡No tuve que pedir permiso! porque fuimos todos en CTA *[ ininteligible: ¿CTA?], personal de aquí a hacer cabildeo y participar de--- ¡Y seguimos participando para leyes que pasen, que favorezcan a--- Porque estuvimos allá para hacer que las leyes pasen también las que los [ nos ] favorecen a nosotros. Pero en lo que es de la reforma migratoria, todavía seguimos luchando y hemos luchado tanto que hasta el día de hoy [ traga ] es una tristeza que no hemos podido tener eso en las manos ¿verdad? Decir: ahora sí tenemos una reforma migratoria. Yo, pues, ya cumplí 18 años sin ver a mis hijos en El Salvador y todavía sigo esperando.